Vuelven a arrastrar sus bocas,
reptan hasta elevar las voces
a los truenos, luego
desatarán el caos del odio y el amor
encerrado
en siglos de miradas enfrentadas.
Para que germinen
sus árboles de ceniza -años
luz de sus enjambres-
tejerán la red nunca antes vista
y atravesarán con sus cánticos
de voz terrosa
todos los senderos.
Llegarán hasta aquí las olas
-hasta nuestro pies- con el rumor
suave que ya no poseen mis manos
que siguen persiguiendo
el espacio
dos segundos antes llenado por tu
rostro.
Te persigo inmóvil
-tan sediento-
toneladas de lo imposible
volando hasta las grietas
que plagan mi pecho
como si fueran puertas
del umbral que da paso
a lo remoto.