12.12.11

Phobos y Deimos

-Deja de buscar. No hay nada. Deja de dar pasos por esta estela de cristales, por estas baldosas de un amarillo descolorido. Deja de buscar los límites del universo, las fronteras de los sueños, el peso de la soledad. Deja de medir, de preguntar. Deja de mirar por la ventana. Deja de arrancarte la piel, de excavar en tu corazón. Abandónalo todo y ve al fondo del océano. Y sustituye tus huesos por coral, tus oídos por caracolas. Abandónalo todo y huye en tren. Y entiérrate en la primera estación dónde nunca ningún viajero haya puesto los pies. Abandónalo todo y olvida mirar atrás, olvida todas las constelaciones, los atascos, las guerras, el dinero, los muebles, el abecedario.

-Deja de buscar. No hay nada. Deja de pensar en ayer, en esa maldición que hace que se repitan los días de la semana. Olvida los fallos y los errores y la tinta invisible con la que los tienes marcados en la piel. Olvida su voz, su tacto, su perfume. Olvida su contorno, sus ideas. Olvida que lo único que querías era perderte en ese destino oscuro que te golpea cada hueso del cuerpo cuando escuchas el sonido de sus tacones. Olvida que una vez aullaste como un lobo al encontrarte con las dos Lunas Llenas que lleva por ojos. Olvida la luz del Sol, los días de lluvia. Lo oscuro que se vuelve el cuarto y como mengua cuando no ves a nadie en órbita. Y esas carcajadas que parecen arañar la pared, esas ortigas, ese veneno, ese continuo vendaval que lo vuelve todo de plástico y muy endeble

-Ya sabes no sueñes.

-Ni pienses.

-No sufras.

-No sigas.

-No sientas.

-Cae.

-Abraza el óxido que propagamos. Nuestra eterna melodía. Y sonreirás como los gatos y treparás como la hiedra. Volarás entre planetas. Lloverá oro y lapislázuli.

-Beberás del mundo hasta saciarte, el amor dejará de ahogar.

-Te convertirás en piedra.

-Y tu corazón será de acero.

-Y tu alma un recuerdo.

-Y reinará tu instinto en kilómetros a la redonda. Enseñarás los colmillos. Saltarás de azotea en azotea.

-Y las dudas serán serrín. Y el dolor un tenue color morado que a veces se grapa a los ojos.

-Y olvidarás tu nombre. Y tu hogar será el infinito. Y tu sombra, un manto negro al que se pegarán las estrellas.

-Y ya no existirás, lo serás todo.

-Así que danos la mano. 

  -Acércate.

-No tengas miedo.

-Ni sientas terror.

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