9.4.13

Prisión invisible.



Riegan los
                grilletes que germinan
en jardines de árboles barrotes.
Arrancando
malas hierbas libertad
desde las raíces.
Todo es gris
en esta
primavera destartalada
como los restos
de presas después de fieras
ya saciadas.
Aspiran la energía con
                las antenas, escuchan
en silencio.
Y glup glup glup caen
gotas
gelatinosas de información errónea.
Los picos
de tu mirada trazan constelaciones, tu pelo
columpios para
que mi imaginación planee como
aviones de papel
desde las habitaciones
de los chiquillos.
La explosión es terrible
no quiero
compartir tu piel
con los incautos, lobos, benditos, cuervos, pasajeros.
Las fuentes con rostros
de piedra escupen
la vida por la boca y
los ojos lo dicen todo.
Inmensas tazas de porcelana, mares
de infusiones rojo noche azul infarto.
No hay
más que hierba alrededor
de esa
que araña y cobija
señales de humo.
No procede
arrancarse el corazón solo
lo utilizo
de paracaídas.
Los ciervos corretean a sus anchas
por memorias y ensueños
golpeados con ramas de robles
viejos. Y aludes de pintalabios
para tapiar las bocas
con un silencio dulce.
El gramófono
no habla de ti, los museos
están ciegos.
La metáfora                                      es impredecible
como mensajes en botellas
para gargantas que despiertan
áridas.

Sin las palabras
solo tendría prisa.
Colocaría piedrecitas
unas
encima de otras hasta crear murallas.
Afuera que siga el rayo,
camelias, tréboles, aguaceros, periódicos, contorsionistas.
Afuera
que se quede todo
lo innecesario como
alfombras rojas, doscientos tenedores, vino para el olfato,
flores para los platos, luz artificial, el espacio mitológico
del metro a las ocho y media de la mañana.
Y con las últimas piedras
cúpulas
que engañen a nubes jóvenes.
Tiradas por carros de caimanes.
Y no traigan su lluvia a mis goteras
habituales.
Ni el desamor de los corazones dibujados
en los cristales empañados
de los coches.
Ni la cafeína de las lenguas
como guindillas, ni los azulejos
de las miradas a los ojos
de respiraciones profundas.
Que no traigan sus manos monstruosas
para dejarme en carne viva
con sus perfumes y vestidos, y faldas
que prometen fuego

y al apagarse

me dejan helado.

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