9.4.10

Gris plomo

Refugiémonos de ese final tan monótono, de este terremoto sin tiempo ni espacio, de estos puntos de sutura que no se apartan de mi ceja, en este gris plomo rodeado de soledad. Refugiémonos de esta tormenta de hormigón y yeso, de las mil y una noches de problemas ambientales que no nos dejan respirar. Tiremos este guión impuesto que no nos permite hablar a solas, de este ínfimo papel secundario, de estos focos que no enfocan nuestras bocas ni la salida de emergencia. Refugiémonos de cada segundo, de cada minuto, de cada hora que el sol nos asola con balas y con cartuchos de dinamita, con gritos de guerra y burocracia. Refugiémonos entre este montón de libros por escribir, entre esas frases por decir que o nos llevan al éxito o a la desgracia, al fondo de ese pozo oscuro o a la cima de ese rascacielos vestido de traje negro. Tiremos del timón de este barco de cascara de nuez que amenaza con frenar y dar la vuelta, con volcar y no decir una palabra. Soltemos de la mano al mundo, a los cuarenta grados a la sombra y al dolor de cabeza sin venir a cuento. Soltemos de la mano a estas gafas que nublan la vista y a estas cabezas de ganado que piensan contradicciones y tarareos de canciones pasadas de moda. Tiremos al fuego este papeleo que solo da problemas, este golpe de fortuna sin consecuencias devastadoras demasiado sospechosas. Dejemos atrás estos cambios de aire, esta estela de estrellas muertas, este jardín sin ti que no se deja querer ni criticar. Dejemos atrás esta carretera comarcal llena de marcas de moratones, estas venas por las que ya no pasa sangre, este extraño humor negro que ameniza los velatorios.

Caigamos en picado en tu cama, en tus sabanas de cristal y pimienta, en este exceso de sal que acompaña las tardes de domingo. Caigamos en picado en cualquier esquina que nos proteja de un viento en busca y captura. Caigamos en picado en algún lugar que nos aseguré que no estamos despiertos. Mírame y salgamos de esta obra teatral al aire libre encerrada en un baúl demasiado grande, mezclémonos con oleos azul aguamarina. Mezclémonos con aceite y vinagre, con algo que lime las asperezas y la gran ineptitud que nos fuerza a no afrontar nuestros miedos, a aferrarnos a algo inaudito, a algo prohibido, a algo que no es de fiar. Caigamos en picado y no nos levantemos si no estamos seguros de que podemos levantarnos sin esfuerzo. Perdamos a este juego de azar, a esta partida de damas sin fichas ni tablero. Bebámonos el tiempo con hielo, este vino que cambia de color. Bebámonos este fluido de ideas y reflejos, esta escala de color y notas musicales. Bebámonos todo, así a lo mejor me entran ganas de saltar a tu falda y de excavar en tu vestido. Matemos las horas. Volemos con los pájaros al sur en invierno, quitémonos el polvo de la piel, y el vaho de nuestro aliento. Ataquemos con tanques y piedras aquel montón de hojas que nos impiden el paso a algo mejor, a algo nuevo, a algo que no se apaga si soplas, a algo que nos cubre y nos protege. Fulmina mi mirada llenándola de tinta invisible, de fuego y de escarcha, de tempestad, de rabia e incomprensión. Vayamos sin prisa por este camino que arde y arde, por este volcán que nos mira de reojo.

No hay comentarios:

Publicar un comentario