8.7.10

Relámpagos en vena.

Mira chica, no soy tiempo, ni bruma, ni espuma de mar. No soy un volcán, ni bombas de napalm entre sabanas. No soy un barco de guerra, ni una furiosa tempestad, ni un desprendimiento de tierra. No conozco los límites, ni la derrota. Y si los encuentro me hago el despistado y me despisto, y acabo empapado en alcohol o algo peor, caminando a gatas hasta la puerta de casa. Que no sé la mitad de lo que alguien sabe, y pocas veces acierto. No sé de arte ni moda, para mí todo es tan pasajero como los segundo que ahora mismo estoy perdiendo. No sé de vino, sólo bebo por necesidad y si hay dinero tal vez me anime a algo que me ahogue y no me haga pensar. Que no sé de amor ni paz, ni de atardeceres enigmáticos, ni momentos mágicos. No sé de poemas ni de novela de ficción, ni de fricción entre pestañas, ni ansias de de desangrar el mundo y destripar el horizonte utilizando estalactitas y cálidas llamaradas de metal. Que no sé de vinilos, ni ataques nucleares por la espalda, ni de jarrones japoneses. No soy un gran chef ni una mejor persona, ni si quiera un genio. Aunque tal vez sea sólo un demonio que no se cansa de llenar de humo sus dominios.

Escucha, que tengo prisa y demasiadas ansias por calmar mi rabia inyectándome relámpagos en vena. Que tengo que montar en trineo por el desencanto y salir ileso de anidar en tus huesos en este solsticio tan absurdo. Necesito olvidar las fobias y el descontrol, la doble personalidad y las mareas de miradas de maldad y tinieblas que no dejan de crecer. Que necesito fuego, caricias, inseguridad, y gritos de angustia para pasármelo bien, y tal vez un par de muertes por semana. Robos a mano armada de maletines llenos de sueños, de sacos de dinero con el símbolo del dólar, esperanzas en cajas fuertes y pensamientos en las carteras. Y si nada de esto me calma, saldré de mi guarida, armado con queroseno y metralla para causar heridas a todos los transeúntes que transiten por mi espacio vital. Y no me preguntes como me gano la vida, porque provoco bajadas de autoestima sólo por placer, e intento morder a la muerte, y no dejarme ver por la ciudad, pero aún así cuando el otoño amarga me gusta tener algo a lo que abrazar y escupir mis órganos y las luces de neón que pululan por medio mundo. Que no estoy medio mudo ni medio sordo, y tampoco estoy para bromas, así que deja de mirarme a los ojos, deja de rodear tu corazón con muros de ladrillos rojos, deja de armarte de valor, quítate ese cerrojo de la boca. Pero chica, que no me quedo sin ideas, que tampoco eres única y tu sabor es pura química, y si te quieres divertir sígueme, que quedan muchas leyes por romper y poca noche por delante. Sígueme antes de que pierda el ritmo de mis pasos, de mi pulso. Que este tic nervioso probablemente sea por el continuo abuso de la nostalgia. Pero tranquila, que a veces los ojos se me impregnan de lágrimas que no son mías. Y se me oxida el alma si tú no estás nerviosa y medio loca por arder. Que estamos en una nueva era, y sólo quiero ver en mi reloj la hora de devorarte. Que si no me sigues no me pierdo, y que si vienes tus aciertos no son válidos.

Déjate de sueños, y bienvenida a mi mundo. Déjate engañar y acompáñame por estos senderos llenos de serpientes. Y quítale la piel a los planetas con los dientes, y sonríeme. Destrocemos los cristales, olvidémonos de ser valientes. De que la pena existe y de que el tiempo vuela. Aprovechemos este momento que desborda caos. Tiremos por la borda a todos los acusados de rebeldía. Seamos nosotros, agua y viento, locura y cenizas. Convirtámoslo todo en ruinas, en rocío en verano y en escarcha en invierno. Robemos todo el oro, seamos diferentes. Caigamos en el olvido y resurjamos en pigmentos de pintura. Buceemos hasta quedarnos sin aire, carguemos contra la monotonía como si fuéramos arietes. Cabalguemos, seamos profundamente injustos. Arrasemos los jardines, las fuentes, no demos abasto. Y que todo alrededor sea como una mala película de pésimos actores, una horrible novela de prosa maltrecha y hecha pedazos. Tú una dama en apuros, yo un perfecto villano. Tú encerrada en una torre, yo sin moverme del sofá. Tú una tormenta terrible, yo una brisa que se aleja y deja interrogaciones a su paso. Vívamos treinta minutos al borde del precipicio. Vívamos una vida entera sin salir de nuestros escondites.

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