No se
permiten
movimientos
bruscos.
No
DEBES
alzar
la voz.
No
mires más
allá
de la ventana.
No
consultes
la
HORA.
Asiente.
Asiente.
Asiente.
Es aquí el lugar.
Siempre
es aquí el lugar.
Verás las filas de dientes y
las voces
entrelazadas
distorsionadas
por el zumbido atronador y confuso.
Tormenta localizada en el techo,
en la pared lisa.
En
el hormigón.
Jauría de perros voraces
voraces.
No hay
SONIDO
de guitarras.
No hay cataratas. No hay manera.
Garabatos inconclusos de vidas huecas.
Verás las muecas recorrer la piel
de quién nunca pudo sentirse bien
por
nadie.
Verás el catarro y la tos
del que nunca estuvo sano.
Los rayos, el trueno, la
LLUVIA.
Más nuevo día para que se vuelva a repetir
el angustioso grito metálico,
la estampida.
Innumerables
cangrejos de cristal
invadiendo el SUELO.
No hay alijos de sonrisas. No
hay
amanecer
sediento.
Ni presa fácil.
Ni
altos vuelos.
Ni más fuga que la que promete el tiempo.
Ataviado con plumas de cuervo me dirijo
al sol.
Y hay más calor dentro del pecho.
Más calor en el recuerdo
que bloquea los muros.
Y de repente resuena el eco
pide
PERMISO
para
encender la luz.
Mira a
la carretera
y no al revés.
¿Qué
significa
esa
metáfora?
¿Qué sentido tiene
esa
palabra
colocada casi por accidente?
Ordena
las líneas
con cuidado y cóselas con hilo.
Que no vuelen los pájaros.
Compleja jaula de grillos.
Les dejo con sus sollozos y sus ruidos
y
me dirijo
hacia el sol.
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