Robamos el
tiempo,
que es humo
en nuestras manos.
Busco tu
madriguera como
enloquecido.
Estás ahí,
sé
que estás
ahí,
como está
también
todo aquello
que no veo.
Es
increíblemente pesado
el clima.
El huracán
se ha llevado
las teclas
de piano y no
me ha
llevado consigo.
Ha absorbido
mis fuerzas
el choque
fortuito
de nuestras
miradas se ha sentido
al otro
lado.
Y tus ojos
son marrones, o son verdes,
o son
azules.
Solo sé que
tienen la llave
y la munición,
la fuerza de
la muralla,
el abrazo
del tentáculo gélido.
Arráncame la
carne y aliméntate,
que mi alma
es hiedra que siempre
pide
auxilio.
Hoy no, no
hay tragos,
ni
arremetidas de las olas.
Amarga es mi
voz como
amarga es la
despedida
que promete.
Camino sobre
el hilo
y tú te
enredas. No.
Vuelve sobre
tus pasos
y atropella
este
caparazón inútil,
vuélcate
que te
guardo espacio.
Y hay fuego,
sé
que hay
fuego y arde
sobre los
bosques secretos,
y brilla en
nuestras noches.
Disparos al
aire no,
ya hay
demasiado riesgo.
Me regalas
unos
cuantos
minutos
y unas
cuantas
heridas.
Te vas como
baja la marea,
como se
consumen los cigarros,
como se
erosiona la piedra.
Y vuelves de
nuevo zarandeando
la sonrisa.
Caótica voz
que pide,
que
desgarra.
Pintalabios
para la
Fuente de los Deseos
y
un adiós
como una estocada
para que
despierte del embrujo.
No puedo añadir nada....
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