20.2.10

:O

¿Qué hay al otro lado del abismo? ¿Qué sorpresas me aguardan tras las persianas de tus ojos? Dime, desvélame el final. Háblame al oido, despacio, arrastrando las palabras para que con la estela que dejen me transporten al lugar de donde vienen, al fondo de tu garganta, al centro de tu corazón. Cuéntame quién eres y relátame los secretos que guarda tu alma, que callan tus labios. Esos secretos que tenemos todos, guardados en una caja más dura que el diamante, guardados en una tumba de mármol. Dime tu nombre, introdúceme en tu mundo. Un mundo donde el cielo no es azul, y la hierba recubre las ruinas de lo que hemos sido. Un mundo donde siempre hay algo que hacer, donde las sonrisas deambulan al torcer en cada esquina. Un mundo donde las vidas no pasan desapercibidas. Explícame de donde procede el viento, quien dio a luz a las buenas ideas, quién te esculpió con paciencia y entrega. Traza un plan perfecto para unir mis ojos con tus ojos, para escapar sin que nadie nos vea en este baile de máscaras. Traza un plan perfecto para resistir el mal tiempo, para superar el oleaje, la perdida de interés. Déjame beber la poción que desbordan tus labios, esa poción que resucita a los muertos, que hace que la primavera se adelante, que te hace olvidar que la noche tiene estrellas y luna. Déjame conducir a mí. Déjame navegar entre tu pelo liso, y hundirme y tragar agua. Déjame trepar por tus pestañas, evaporarme entre tus poros, andar por el techo. Dime tu dirección y dame tu número de teléfono que te prometo que te llamaré un día de estos. Déjame besarte en los labios mientras llueve, mientras el mundo se inunda, mientras el fuego brota de la tierra. ¿Por qué sabes? Me da igual lo que pase mientras rozo tu piel. El mundo deja de importarme. Me deja de importar los regalos de cumpleaños, el ámbar de los semáforos, los problemas sindicales de las hormigas obreras.

¿Qué se esconde entre tanto misterio? ¿Por qué la música invade todos los países en guerra por los que pasas? ¿Cómo se gana a la mala suerte? Contesta mis preguntas. Suena un piano y apareces tras la bruma. Se despeja mi corazón cuando me guiñas y también esa madeja de nubes que tengo por techo. Si tú quieres el número ocho se parte en dos. Si tú quieres el magma se solidifica. Si tú quieres yo también. Espera que me sirva un café y continúo. Escríbeme una canción de esas de amor, donde todo es tan perfecto que parece mentira. Escríbeme el guión de una película de esas de amor, en las que enamorarse no conlleva dolor ni pasar todos los días de tormenta pensando en qué hacer. Dibújame una brújula en la palma de la mano, que siempre me señale donde está el carmín que sueles utilizar. Apaga la luz del cuarto. Vuelas en círculos en el cielo y yo espero impaciente a que bajes en picado y me arranques las costillas. Que me devores con tus ojos rojos. Que me metas en tu nido y me dejes dormir en tu regazo. Riego las plantas de mi terraza pero solo crecen si me llamas al móvil. Acabo con las manos llenas de tinta cuando intento pensar en una frase que defina la energía que desprendes. Préstame atención. Catapúltate conmigo. Contemos todas las estrellas que han muerto antes de comernos la luna. Calculemos cuánto tiempo pasa entre tren y tren, entre té y té.

¿Qué ocurre en la cara oscura de la luna? ¿Por qué entre tantos buenos sentimientos es escucha un extraño y molesto zumbido? ¿Qué les pasa a las fieras qué cuando las rozas huyen? ¿Qué le pasa a tu reloj que no funciona? Algo se esconde como el monstruo de debajo de la cama. Algo se oculta entre las cortinas. Un extraño presentimiento. Algo que me hablaba en sueños, como avisándome, pero me hablaba entre mucho ruido o desde muy lejos. Y en efecto, tú hiciste la maleta y te marchaste a otro universo. Y yo me quedé en el sitio, pensando en todo este tiempo, escuchando el eco de tus pasos alejarse, el eco de tu ropa al rozarse, el eco de tu pelo al mecerse con el viento. Te vas lejos, y yo me quedo aquí, con el pijama puesto, esperando que todo sea un error. Un mal sueño. Tanto tiempo a tu lado y mi corazón ahora se ha roto en más pedazos que las copas de cristal al caer contra el suelo. Maldita confianza en mí mismo. Maldita confianza en tus malas intenciones.

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