7.5.10

Negro cursiva y lo de siempre


“Bébete mis ganas como yo consumí tus delirios. Disfraza tus mentiras de verdades.
Bésame. Llórame. Muérdeme el vacío.
Me perdí entre tus dudas como se pierde una cicatriz en la sala de urgencias de un hospital.
Te metí en la jaula de las esperanzas y los somníferos pero aquel gato rompió los espejos.
Tu recuerdo ha devorado el segundero de mi reloj de bolsillo. Deja al silencio gritar, que llevo
días sin comerme tus caricias.
He bebido del océano para morirme de sed, para morirme contigo, para ser un sueño, la sonrisa de un pájaro extraviado.
He cosido a tus caderas las líneas de mis manos.
He dormido las noches que te restan.
Le he robado los miedos a tus pestañas.
Si entre tus rizos reinan las dudas, que se las lleve el viento.
No me sigas, estoy perdido.”*

Retumba en mi conciencia y no me deja en paz. Todo esto que yo no he dicho pero que me desvela y me hace trizas, que me encadena a las llamas y me hace pensar que nada es real y que todo está roto, que esta locura asesina y helada tiene razón, estoy perdido. No me sigas, que zigzagueo como un loco y además no paro quieto. Dibujando espirales en tus ojos de gato caigo siempre en la misma trampa para ratones. No me sigas, que ando sonámbulo por el día y por la noche necesito comer pilas y generadores eléctricos. Atravesando el polo a través de tu laringe, buscando tu corazón en esta floristería en bancarrota. Ya ves, apuesto todo al color rojo y justo tu pintalabios cambia a una mezcla de color entre el negro cursiva y lo de siempre. Buscando la manera de desaparecer de tu mapa y de tu brújula. Ya no sé si reír cuando te veo o llorar desconsolado. Esta primavera es más dura que un continuo invierno sin chimenea ni Navidad.

Y es que sin ganas de leer más promesas en otros ojos que no son tuyos me falta el oxigeno. Me caigo. Parpadeo. Desaparezco. Y me doy cuenta de que es totalmente imposible remontar el vuelo entre estos fuegos fatuos. Es imposible no dejarse llevar en esta fuerte corriente marina que arrasa con todo, que arrastra casas viejas, ballenas, botellas vacías y una gran indiferencia. No sé lo que veo, no sé lo que oigo. Todo parece tan sumamente sencillo, todo parece tan profundamente lejano cuando no estás cerca. Y llueve rabia y la arena se transforma en una mezcla de barro y problemas, de esos que si te manchas los zapatos olvídate de conseguir limpiarlos. Llueve y yo deseando que me destruyas con una mirada furiosa, con la tempestad que surge de uno de tus suspiros. Llueve y mi paraguas se olvida de aparecer por casa. Esa casa llena de charcos y ranas, de olvido y mala salud.

Y golpeándome en el mar como un canto rodado todo cobra un matiz distinto, todo se distorsiona y aleja, todo muda de piel, todo muere y renace, se quema y se hiela, germina y se seca. Pero hay algo que no cambia, y es que esas palabras siguen repitiéndose en algún lugar de mi conciencia, quemándome las mandíbulas y masticando mis muelas, tragándose mi alma y destruyendo mis neuronas. Todo parece igual y la vez completamente distinto. Todo parece tan falto de vida y sin explicaciones convincentes que no ganan aplausos de un público acomodado a las desgracias. Y todo duele, al mirar tus fotos los segundos impares son veneno y los pares antídoto. Y cada una de esas palabras sigue retumbando en mi conciencia y no dejándome en paz, cómo todo lo que yo no he dicho pero que me hubiera gustado decirte.


*Parte by Andrea http://tallerdeescrituraelhiloazul.blogspot.com/2010/04/blog-post.html ^^

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