19.6.10

El gorrión atrapado en tu cuerpo.

Vivía deslizándome de tu laringe a tu faringe, esquivando rocas, palabras llenas de caos y mandrágora, ordenadores de sobremesa y sopas de espesa materia gris. Vivía en el hueco de la escalera, entre tu aorta y tu vena cava, escavando escarabajos y baúles llenos de lágrimas de diferentes colores, escavando coches antiguos y vida alienígena, retazos de pinturas rupestres en tu yugular y demasiada electricidad estática. Me colaba sin ser visto en la conexión de tus neuronas y desbarataba tus planes de marcar barajas, de salirte con la tuya y salir del mundo para rodear el universo con tus brazos y fundirlo, de agarrar el planeta Tierra y deshacerlo todo, desatar los cordones a la Luna, marcharte sin avisar, paladear espadas y trapecios, saltos de longitud y cantidades industriales de argamasa.

Y cansado de pelearme con tus pestañas, imprimo en mis retinas extrañas historias llenas de arañas que sonríen y me ofrecen tazas de café, de farolas que guiñan los ojos y piden permiso para alumbrar los charcos de gasolina donde se refleja ese arcoíris pirómano e infeliz. Y harto de arrastrarme por tu epidermis, tatuó en tu piel la historia de mi vida, un dibujo abstracto donde con óleos te relato mis secretos. Secretos de fuego que en espiral se mezclan con el odio y se devoran, y se chillan, y se hieren hasta deshacer mis pulmones. Secretos de una invasión llevada a cabo sin éxito. Secretos llenos de nuez moscada y pimienta negra disfrazados de efecto invernadero y de licor de manzanas envenenadas.

Y sin fuerzas para seguir buceando por tus venas, salto en paracaídas a tu hígado y no dejo de beber ron y tequila, y vodka y saliva. Y luego tengo visiones donde apareces envuelta en espuma de mar y arena, de alambre de espino y balas de cañón y en esas misiones sólo quieres morder y reír, y jugar y perder. Y yo me vuelvo loco a destiempo y tú desapareces y apareces a tu antojo, llenándome de dudas y calándome los zapatos de indecisión.

Y sin ganas de mover alguna de las fichas que se mantienen dignas en el tablero de ajedrez de tu lengua, me marcho a tus muelas del juicio a ver si consigo arrancar a su esmalte alguna sentencia de muerte. Y agarrado a tus encías, estrello mis sueños contra el interior de tus labios, dando un portazo, cayendo al vacio de tu garganta, arañando tus cuerdas vocales, acabo tan perdido en tu organismo. Tan perdido, que cuando contraes lo músculos para sonreír yo estallo en cristal y hojas secas. Tan perdido que voy dejando migas de pan por tus oídos para no intentar encontrar el camino de vuelta a tu corazón. Y loco de atar y medio ciego, grabo a fuego besos y celos en cada hueso de tus manos, y construyo un gran puente colgante que une tus ojos a mi mente, y así siempre te veo volar y gritar hielo negro y sangre.

Y me arranco las plumas de mis alas contra tus costillas, aunque sigo siendo un gorrión atrapado en tu cuerpo. Buscándote, buscándome, enjaulado.

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