21.8.10

II

Caen las hojas, el hielo se deshace, el tiempo pasado siempre fue mejor. Palomas mensajeras y cambios de humor que trastocan la indiferencia que siento al ver como las estaciones pasan de largo sin agitar su pelo ni saludar a los transeúntes. Sintiendo el alivio de no tener la responsabilidad insana de no dar un paso si no quiero. Dejando para mañana miedos y personas. Olvidando las cicatrices que no se me pegan a la piel y el rostro seco y turbio de pensar demasiado. Bailando con los años que vienen por delante, planeando al detalle un atisbo de color, una explosión de candelabros y cisnes. Navegando sin rumbo entre absenta y miradas furtivas, que ni se dejan cazar ni invitar a un paseo por los sueños y una cena para dos en el silencio. Buceando a pulmón por el más profundo hielo de deseos rotos. Abrigándome con las pestañas doradas del amor olvidadizo. Dejando el corazón en casa y maniatado. Sediento de restos de amanecer impregnando de violeta y rayos de sol mi almohada. A ciegas por un camino de abrumadora realidad y ciencia ficción para fines de semana. Muerto de la risa. Batiendo mis alas y creyéndome libélula, creyendo cierta la historia de las ensoñaciones de hotel y los mitos de maletas. Guiándome por la luz de los instintos para acabar empapado de gasolina y vacios de magia y desiertos exóticos.

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