25.8.10

VI

Se nublan las ideas y se repite la misma historia una y otra vez. Las mismas manos que se apartan, los mismos labios que se agotan. Madrugadas que despiertan con el sol en las legañas. Tirabuzones de petróleo y humo violeta enredándose con el destino. Mundos que apartan la mirada y cielos empapados en desdicha,
Pongo la mente en blanco y escucho mis latidos. Será por falta de energía o por las grandes cantidades de productos químicos pero a cada pálpito me despisto y acabo devorando tus arterias, destrozo la vida y muero contigo. Cubriéndome entero de un luto ridículo. Sustituyendo el brillo por el halo oscuro del misterio y un último adiós donde bandadas de cuervos se convierten en la noche de mi alma. Llorando asteroides y mis brazos llenándose de hiedra. Y con la fuerza de un relámpago en mi pecho hay una avalancha de piedras y hierro fundido. Abriéndose paso desde mis entrañas hasta fuera de mi piel, leones y tigres de bengala rugen y dan zarpazos a cualquiera que se acerque. Y mi columna vertebral son millas de tinieblas y explosiones nucleares. Y todo lo demás son kilómetros en llamas y maremotos de latón. Y del sol sólo hay lamentos, y de las flores se desprende el aroma del odio y del color sepia.

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