26.6.11

Cartas para nadie V.

Vida.
(Del lat. vita).
1. f. Fuerza o actividad interna sustancial, mediante la que obra el ser que la posee.
2. f. Estado de actividad de los seres orgánicos.
3. f. Unión del alma y del cuerpo.
4. f. Espacio de tiempo que transcurre desde el nacimiento de un animal o un vegetal hasta su muerte.
5. f. Duración de las cosas.
6. f. Modo de vivir en lo tocante a la fortuna o desgracia de una persona, o a las comodidades o incomodidades con que vive.

Vuelvo a responderte a tu carta, como siempre, después de haberla releído mil veces. No sé que contarte, hago lo mismo siempre ¿sabes? Tus cartas me mantienen con vida. Son como unos brazos que me agarran para que no me caiga, son como la única estrella encendida tras un cielo completamente apagado. Las leo, y me emociono, y te imagino escribiéndolas, y enviándolas y estaría así toda mi vida, imaginándote. Aquí dentro pasa el tiempo de una forma muy distinta. Todo se vuelve pequeño, minúsculo. Y aprieta. Y ahoga. Y te deprime. Y te hace reflexionar muchas cosas. Cada vez más y más profundamente sobre lo que tu alma esconde. Ahora, mientras te escribo, me fumo un cigarrillo y lo miro. Y ¿sabes lo que veo? Veo el cigarro y veo la vida. Y se va consumiendo, y humeando, y encendiéndose. Pero también veo el mundo, y a las personas y a mí mismo. Así, mientras se consume. Y luego me miro al pequeño espejo que guardo y no le encuentro sentido a nada. A las voces que gritan y que actúan sin pensar, a todos esos locos. Y odio cada centímetro cuadrado de cemento, y cada metro que nos separa. Y también odio cada barrote. Y cada escalera, y cada patio de recreo. A veces me odio a mí mismo, casi siempre a los demás. Porque en la mente de la mayoría guarda cantidades ingentes de oscuridad y malicia, revuelta entre sus pensamientos, camuflada con bondad. Y se creen que nadie lo nota. Pero sus palabras y su mirada lo chillan. Y ¿quién quiere una vida así? Rodeado de tristeza, de estúpidos y de problemas. Y sin embargo, ¿para qué quiero yo la vida sino es para volverme loco de alegría al ver el sinuoso trazo de tu escritura, tus frases cortas, tus ardientes despedidas?. Y por eso me da igual consumirme si es mirándote a los ojos. Por eso me da igual el silencio si después vendrás tú. Porque contigo la vida no es vida, es otra cosa, mucho mejor, distinta. Y es que la vida está muy sobrevalorada. Hay demasiado ruido, demasiada repetición, demasiado sufrimiento. Y a todo nos acostumbramos, por eso ya casi nada sorprende. Si llueven llamas es normal, si los pájaros se mudan de planeta, si la tierra tose. Y para sobrevivir entre todos estos campos de minas y tiburones solo podemos sonreír, seguir aguantando los golpes, arrastrándonos por el suelo. Ya no somos humanos, ni animales, ni nada útil. Solo vidas, que como las bombillas, se encienden y se apagan. Y mientras tanto cuatro estaciones, millones de facturas, de heridas y de besos que saben a papel. Nos toca fingir, cada día, cada hora, cada minuto. Pero contigo eso no ocurre, lo cotidiano está demás, tu reflejo es lo importa, y más importante aún lo que susurras.

Ya ves, desencantado con la vida y todo lo relacionado con ella. Ya no te puedes ni fiar del amanecer, ni del frío ni del calor, ni de la amistad, ni del orgullo. Ya solo podemos caer en picado, soñando con aparecer en la madriguera del conejo blanco, y sin embargo, encontramos el suelo. Pero bueno ¿qué tal? Espero que tu vida sea una vida distinta, brillante. Plaga de flores silvestres y de momentos de tranquilidad. Con el sonido de las olas, con el silencio de las montañas. Espero que los problemas no te enganchen. Y si desgraciadamente se topan contigo, sean con forma de muros que se pueden escalar fácilmente. Espero que tu vida no se consuma como mi cigarrillo. Espero que tu vida sea como un fuego artificial. Que no necesites nada para vivir, ni siquiera a mí. Que nada te coja por sorpresa y te destroce. Yo hasta entonces, hasta que nos volvamos a ver, ya lo sabes, viviré de tus cartas.

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