Nadamos entre el humo
y tu mirada es
una pecera de
tiburones.
Regamos con ceniza el suelo
y al observar
los escombros
ya tenemos algo
para recordar.
Traes cuarenta grados
a la sombra
y yo no quiero
que arranques el invierno.
Se evapora el agua y el techo
se vuelve nuboso.
Como si fuera a caer
el chaparrón de frases
que quedan por
decir.
No sé qué es
lo que me sostiene.
No hay más gravedad
que la melancolía
con la que miras
al infinito.
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