Dame más razones
y menos castigo.
Anarquía en mi almohada
por tanto revuelo de
hojas llenas
de letras
y garabatos.
El sol se cuela por las
rendijas de la persiana,
no llega al alma pero a
veces casi araña,
trata de desbaratar mis
horas de sueño
y yo enloquezco,
perdido entre
algo que no consigo
recordar.
Paso las horas
escuchando
mis propios latidos
sin salir de mi
refugio. Refugio
debajo de un nenúfar.
Refugio en las entrañas
de una cueva,
todo en sombra y
silenciosas presencias
qué solo observan este
desamparo de planetas estériles
y mañanas grises en el
paladar.
Quiero más de eso que
llaman
vida.
Más cataratas y
bosques,
menos calles, más
lagartos por las paredes
lisas paredes.
Quiero más de eso que
llaman
vida.
Chocarán las pieles con
el ruido
que produce una
sonrisa.
Sonrisa que desbarata
todos mis planes
de permanecer ya hoy
más despierto.
Y yo enloquezco
siguiendo la ruta,
el secreto de las
huellas que deja la luna
sobre la arena de la
orilla.
desata mi bolígrafo la
furia
de una tormenta interna
de verano.
Mientras alrededor todo
pierde brillo
y parece todo antiguo.
Regresará el trueno una
vez más
y las olas volverán a
romper y no
apartaré la vista de la
ventana.
Sepultaré bajo hormigón
la caja
dónde guardo mis lágrimas
que ya no son más que vapor color ámbar.
Te daré la llave y los
mensajes que guardo
en todas las botellas
que vacío.
Las promesas dentro de
sobres
sin sello, reciclados
en barcos
de papel bajo el río
creciente.
Dame más razones y
menos castigo
y yo echaré raíces como
las rocas
para así ya no poder
volar,
volar más.
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