5.8.12

El eco de las palabras que no se pronuncian.


Dame más razones
y menos castigo.
Anarquía en mi almohada
por tanto revuelo de hojas llenas
de letras
y garabatos.
El sol se cuela por las rendijas de la persiana,
no llega al alma pero a veces casi araña,
trata de desbaratar mis horas de sueño
y yo enloquezco, perdido entre
algo que no consigo recordar.
Paso las horas escuchando
mis propios latidos
sin salir de mi refugio. Refugio
debajo de un nenúfar.
Refugio en las entrañas de una cueva,
todo en sombra y silenciosas presencias
qué solo observan este desamparo de planetas estériles
y mañanas grises en el paladar.

Quiero más de eso que llaman
vida.
Más cataratas y bosques,
menos calles, más lagartos por las paredes
lisas paredes.
Quiero más de eso que llaman
vida.
Chocarán las pieles con el ruido
que produce una sonrisa.
Sonrisa que desbarata todos mis planes
de permanecer ya hoy más despierto.
Y yo enloquezco siguiendo la ruta,
el secreto de las huellas que deja la luna
sobre la arena de la orilla.
desata mi bolígrafo la furia
de una tormenta interna de verano.
Mientras alrededor todo pierde brillo
y parece todo antiguo.
Regresará el trueno una vez más
y las olas volverán a romper y no
apartaré la vista de la ventana.
Sepultaré bajo hormigón la caja
dónde guardo mis lágrimas
que ya no son más que vapor color ámbar.
Te daré la llave y los mensajes que guardo
en todas las botellas que vacío.
Las promesas dentro de sobres
sin sello, reciclados en barcos
de papel bajo el río
creciente.
Dame más razones y menos castigo
y yo echaré raíces como las rocas
para así ya no poder volar,
volar más.

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