1.8.12

Déjame ser desierto


No se encuentran aquí
las palabras, palabras odiosas
y mojadas. Palabras inútiles,
vacías.
No se encuentran aquí
las palabras, así que
márchate de una vez
y déjame
con mi desierto mudo.
Mudo de desgana,
sin voz para más líneas.
No sé encuentra aquí
nada, nada más que
lo que ves.
Conténtate si es
lo que buscas o
márchate de una vez
si has de seguir buscando.
Apaga la luz de la mesilla
y cierra la puerta, puerta
de madera y pomo, pomo
de metal brillante y loco.
Cierra la puerta y la ventana.
Ventana cubierta de gotas
secas y de una imagen
horrible pegada al cristal.
Ciérralo todo y déjame
con mi desierto ciego. Ciego
de no ver más pues no hay que ver
nada. Nada sonríe ya ni lanza besos.
Nada se enreda ni sorprende, ni canta,
ni sangra, ni late, ni llueve.

Déjame que sea desierto.
Desierto de arena dorada
y plagado de dunas parecidas
a vertebras. Vertebras que
chirrían como las de mi espalda.
Márchate de una vez y déjame
ser desierto. Desierto de arena limpia
que refleja lo contrario al día o la noche.
Refleja lo mismo que refleja el lienzo blanco
al cuadro pintado.
Déjame ser desierto y márchate de una vez,
no quieras perderte entre esta arena. Arena
llena de peligros y de sed.

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