29.8.12

La vida de nuestros reflejos en los charcos de la acera



Hará reír al fuego
y verterá tormentas
de nubes azuladas y furiosas
sobre los adoquines.
Yo mientras anclado
viendo producirse el milagro
de que el tiempo pase
y ella no.
Y ella
                no,
nunca,
                sí,
nunca. 
  
Los cigarrillos no paran de suspirar
y los hielos
en los vasos se ríen
a carcajadas.
Hablo con el puñal
que tengo clavado y
que desprende tu
perfume.
Sonrío al ver
pasar los trenes
y a ti no.
A ti        
                no.
No.
Conservo solo un poco
de aire en los pulmones.
y mi piel
es tierra seca.
Agrietada sin
la lluvia,
                sí,
la lluvia.
Salen raíces de las puntas
de los dedos.
El reflejo de los charcos viene
de otro mundo.
Me siento al lado de los
gatos negros.
Leo las constelaciones
y cada latido suena
al impacto de los meteoritos.
Me siento y veo
pasar la noche
y a ti no,
                nunca,
no,
                nunca.

Las polillas empiezan
a
vomitar hilos
y toneladas de lana.
Los gusanos de seda
sedientos de más.
No hay espacio
en el ascensor que nos
eleva, y sin
ti
el universo es la
oscuridad dentro del cuarto.
Tirito con este intenso frío
esta escarcha
en
la garganta y este
coctel de invierno.
Lo bebo a sorbos
viendo
a los pájaros
pasar
y ti no.
                No.        No.
a ti no.

Y así el lunes
se me graba en la piel
y el viernes me
libera
solo un poco
para poder volver a caer con estrépito
al volver a empezar.
Siento la prisa y el agobio
de los días que no se dejan de repetir.
                            de          repetir.
Traspasas estas líneas,
me atropellas.
Duermo mientras
noto los sueños pasar
y a ti no.
                No.
Nunca.
                A ti no.

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