No puedo
estar
y no lo entiendes.
Como ropa de más
en agosto.
Algo que se pega
y traspasa
la piel,
congela el fuego,
convierte las rocas en
polvo,
mi corazón en
polvo
mis sueños en
polvo.
No puedo
estar así
y no lo entiendes,
giras en círculos y sonríes
mientras brillas.
Tras deslizar tu vestido,
Ilusión
solo hallé ruina.
Y ni siquiera me despierta
el café,
ni los nubarrones se despejan.
Ni dejan de insistir las
goteras de este techo.
No, nada
amaina
y tú lo sabes,
tu aliento me recuerda
al mes de enero.
Y tus ojos son
la entrada al laberinto
del que pocas veces salgo
ileso.
Sabes que duele
y aún así no
paras,
sigues clavándome las garras.
Bates las alas y te alejas
de mi ventana,
como desaparece
el último rayo
antes
de ocultarse el
sol.
Te vas dejando tu
sonrisa
clavada al corcho.
Y las últimas palabras
revolotean como polillas
alrededor de la lámpara.
Entro en mi crisálida
y cierro los
ojos.
Me repito que
no, no puedo
estar.
Y no lo entiendes, juegas,
te cansas y
te escabulles.
Escribiendo tu camino
en la acera.
Eres la causa y solución
de todas mis migrañas,
de mi dolor de muelas.
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