7.8.12

Lo que no se va


Bajaré al sol,
subiré al sur
 con tal
de olvidar.
Olvidar la espuma que nos sepulta,
la rabia con forma de millares de abejas
furiosas
saliendo de la lengua.
Daré mil vueltas de campana,
saltaré por los aires,
si es la única manera de
olvidar esos cristales,
esas cartas,
esos quebraderos de cabeza.
Amargo sabor de aspirina
acabaron teniendo nuestros
rasgos.
Sabor a sal,
a ginebra.
Y al continúo martillazo
de saber que tu saliva sigue siendo
mi antídoto.
Llegará de nuevo el día
y soportaré el terremoto,
las luces encendidas,
la inactividad con la que
el sofá se ata a mis piernas.
Los ataques de tos,
la densa cantidad de humo
que recuerda a un mar grisáceo
hecho a base de hilos de lana.
Golpearán mis zapatos
los charcos,
y mi cabeza se enredará con
la absurda idea
de que sigues cerca.
Ya ves, el continuo
viaje en círculos
alrededor de tu ombligo
es lo que durante un segundo
convierte en ascuas mi memoria
y que luego,
al desvanecerse,
todo lo hiela
durante demasiado
tiempo.

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