2.3.13

Las paredes guardan silencio.




El  pájaro golpea el nido,
relampaguea la consciencia,
renquea el espíritu, llevo
los nervios a flor de piel.
Caen martillos
invisibles sobre las cabezas
de las agujas. Nacen
árboles inmensos de
raíces profundas
consumiendo poco a poco la ciudad.
Tengo un deseo que pospongo,
las malas costumbres, el lenguaje
pocas veces a mi favor,
no nos transmitimos,
el sabor de la carne estalla en el paladar
nadando a braza hacia algo
               
                delirante.
Las águilas se devoran empezando por el pico,
la tiniebla asoma desde
copas de cristal,
no existen pócimas ni secretos,
una sencilla pregunta
culminada
con la respuesta correcta.
No sabemos,
el agua nos lleva mecidos
y sin medios, el sol repta
hasta el crepúsculo, los días
pasan
a tanta velocidad que
tu nombre solo acaricia y no rasga
mis cuerdas vocales.
Las cámaras no enfocan, los sobres
llegan sin cartas,
una duda emerge
a la superficie me
rodea la cabeza, no me deja
respirar.
Uno a cada lado de la grieta,
zafándose de las uñas del mundo,
los diarios no
cuentan esas hazañas,
no les importan
a las corbatas,
no las leen
antes de dormir.
Vivimos sin aviso rompiendo
las hojas secas,
lo radiactivo de nosotros mismos
empieza cuando suena
el despertador.
Y tú estarás a
mil kilómetros o más
que suenan a una estratagema
para convertirme en arena fina
La brújula hoy
no me sonríe cómo quieres
que me pueda guiar,
hay aguijones y estrellas,
calamares gigantes, bombas de neutrones,
un reloj de cuco,
un corazón de plástico, un mensaje
sin sentido.
Corren las aves como locas al
vernos pasar,
desplegamos las armas
disparamos
a dar
nos cazamos,
poquito a poco pero nos cazamos,
rasgando la tela,
escuchando el temblor,
perdiendo el sentido.
Hay demasiados tiburones
en estas aguas,
pero navegan
aquellos que no temen
ser mordidos.

No hay comentarios:

Publicar un comentario