22.3.13

Le he dado mil vueltas a este despertar.



Me desintegra a veces
esta falta de gasolina. Esta
resistencia pacífica de tu sonrisa,
las manos que agarran mis tobillos
para hacerme tropezar.
He perdido algo que no sé qué es
en esta escalera resbaladiza.
He aprendido que
no hay que poner nombre, no
hacer hervir el perfume.  Han tenido
que pasar tantos trenes y tantos
camiones por puertos de montaña.
Me he lanzado de cabeza al foso
de los leones. He rugido
en voz baja, la noche nos ha tapado
por completo ocultándonos
los secretos, hemos manejado
la presión del aire contra el pecho,

no vislumbro aún, no conozco, no entiendo, no me explico,
no pienso, no comparto, no cedo, no revelo, no me duermo.

Y suena el despertador
me incorporo medio
derrumbado. Hay realidad por los cuatro costados,
en cada coordenada.
Muerdo el aire a bocanadas, solo así sé,
chapurreo estas líneas,
no sigo el compás, tiemblo si me dices....

Hay grandes dosis de inactividad y un
mensaje nada claro, pirámides invertidas,
volcanes furiosos, y una tormenta que nunca
supe de donde procede.
Me acompaña la música que han retenido
las paredes.
Las palabras de las bocas expendedoras,
los monederos llenos de botones pequeñitos,
medusas, medusas que flotan por aquí
cuando cierro los ojos.
Hay demonios susurrando a las cabezas,
ángeles sin alas, y vidrieras
que son rostros con historias
grabadas en los párpados.

Y mientras nos disipamos
me lanzas una bola de lana azul marino
para que juegue
y te dé tiempo a esconderte.
Me lanzo a la luz,
me sumo a la estampida.

Cayendo un poco a cada segundo,
nos deshacemos, sí,
nos deshacemos.

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