24.9.12

Cambia la canción, se apagan las luces y nadie sabe si es pronto o tarde



Me sumerjo en la espuma
y achico lo que
queda dentro del corazón
y pesa.
Las botellas se han llenado
de humo
y los ojos se han convertido
en vidrio,
Pequeñas flores púrpuras
de plantas trepadoras
han invadido las paredes y
el ventilador
mezcla el tabaco y los
pocos sueños que arden
y arden.
El reloj se ha vuelto loco
y solo puedo mirar a los labios
con poco carmín y cierto brillo,
que recuerdan a un coctel
de vodka y ron.

Las manos se rozan sin querer
y de puertas para dentro
el delirio no deja de girar.
Y tan solo
de vez en cuando
una luz
que sirve de aviso
para escapar antes
de caer en la eterna trampa
donde la ilusión se desvanece
Y solo queda
el suelo.

Se escuchan las risas de las hienas
y los ladridos
que retumban con la percusión
de los vasos al golpear la barra.
Del olvido y las ganas de
lanzar al mundo la última chispa
eléctrica,
de rechazar las olas de segundos
que abrasan como el ácido.
Sigo mirando sus labios
y su perfume son tentáculos
que agarran con fuerza
mi garganta.
Sacan las pestañas los paraguas
para soportar las nubes de ceniza
y
sigue la voz
que dice que huya.
Están sueltas las fieras
y la jaula es tan grande
que los barrotes no se ven.
A veces el maquillaje
esconde
demasiados secretos.
El mundo está en llamas
otra vez
Y yo espero
sentado.
Sintiendo el alivio de
no haberme rendido.

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