6.9.12

Dijeron que era vida



Hay un momento insensible
justo cuando el dolor pasa.
Un instante que
a veces se alarga más de lo debido.
Es como mirar una ciudad desde mucha altura,
todo queda tan lejano
que no importa nada
En absoluto.

Hay un momento distinto
justo cuando el amor entra
por la puerta.
Los barcos parecen zarpar
y siempre es medianoche.
Con el ruido de los grillos
y las cigarras.
Con el murmullo del viento entre los árboles,
y la terrible sospecha de que al fuego
lo mata el agua.

Hay un momento de terror y tranquilidad
y justo después no hay más momentos.
Y sin certezas, nos rodea
la incógnita sobre
qué habrá después
de dejar de respirar.
El polvo o el cielo,
la nada o el fuego y
la obsesión que guardamos en secreto
sobre si hicimos lo que debimos
o lo que quisimos.
A veces nunca se hace
ninguna de las dos.

Hay un momento incomprensible
cuando todo sigue sin que nosotros
podamos continuar.
Y todo continúa con una de nuestras huellas
que se tarda más o menos tiempo
en borrar.
Pero todo continúa
siempre igual,
justo como ahora mismo
continúa,
Igual, igual, igual.

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