No hay espacio
para la luz.
Se hace
endeble el camino
que lleva al
mismo punto
de partida,
y en el que
solo hay que dar
un paso.
Al viento le
da por causar oleaje
entre las
briznas de hierba.
Y si te da por
reír
no escucho
nada más.
Al dragón le
devora el fuego
y al gato le
disuelven las sombras.
No hay espacio
y caen las gotas
de lluvia.
Pequeñas
pinceladas de color
que combaten a
las de lejía.
Las miradas
encendidas
como flechas
incendiarias.
Deshacemos el
mundo a jirones,
la espalda a
arañazos,
desplegándose ante
nosotros el crimen
de que el
tiempo huya despacio
pero sin
detenerse y sin
mirar atrás.
No dejo de
sacar serpientes de cascabel
del corazón y
musarañas
de la cabeza.
Barcos que se
ahogan en la indecisión
de no saber
calcular
los metros de
caída libre.
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