14.9.12

Las verás volar en círculos



No dejan carne
en los huesos las
aves carroñeras.
No dejan carne en los huesos
despegando limpiamente
la ilusión de la materia,
el misterio del doble fondo,
la magia de las chisteras.

No dejan carne en los
huesos las aves carroñeras.
No dejan carne
en los huesos
picoteando la razón
de la luz de las ideas,
el aroma del perfume ubicado
casi al lado de la nuca,
las frutas de la ira de los
extensos campos de cultivo
de mi olvido.

No dejan carne
en los huesos las aves carroñeras.
No dejan carne en los huesos
alimentándose del alma
de los ecos de la cueva,
de la espesa niebla que lo cubre todo
antes de despertar,
de las cartas de amor quemadas
por la sangre y las lágrimas,
de los que se bebieron las botellas
y se tragaron los mensajes,
de los manantiales de silencio entre
el hervidero de ruido,
de la locura de madrugada y la paciencia
de las teclas.

No dejan carne en los huesos
las
aves carroñeras.
No dejan carne en los huesos
arrancando la vida
de las flores,
los azulejos que cubren el paladar,
la histeria de la historia,
la amenaza del puño y el valor del grito,
el amasijo de sueños de los párpados cerrados.

No dejan carne en los huesos,
no,
lo devoran todo.
luego se van de nuevo
a volar en círculos
voraces
de otra presa.

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