12.9.12

El ratón no come, el gato no sueña



El ratón no come,
el gato no sueña
                y yo
ya
                no caigo de pie,
nunca
                ya
caigo ileso.
Escucho los maullidos, las gotas
golpeando el cristal.
Hay silencio en medio
de la tempestad, las
luces rojas,
las luces arañan las
retinas.
Las luces atraviesan
                el cuarto partiéndolo en dos.
No logro entender
el significado de las demás palabras,
de las palabras que llegan.
                De las palabras.
Miro hacia los lados,
la misma pared, el mismo
techo.
Las mismas grietas,
dentro y fuera,
las mismas nubes y el mismo aire,
que ya empiezan a perder color.
Las manos agarran los tobillos,
                los agarran sí e impiden
avanzar, me agarran y me impiden avanzar,
estalla la voz dentro
de la garganta.
La voz que pide a gritos
solo un minuto de pensamiento.

El ratón no come,
el gato no sueña
                y la elección
es un andén
                y mientras
los pies
                se me entierran en la arena.
Sí, se me entierran.
hay lluvias de ranas y
la tensión de la tensión eléctrica está
creciendo, y
                creciendo
y creciendo.
Mientras tanto el mundo sigue
sin sentido y tan frágil
que cada vez que cierro los ojos
                desaparece.

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