30.9.12

Lo cuentan los callejones que se niegan a ver



He imaginado el sabor
mil veces,
he imaginado el sabor
que casi puedo notarlo.
He imaginado que vuelo
y las luces
quedan abajo.
He escuchado la música,
he oído su voz,
me he prendido en llamas,
he conocido y he olvidado
y
no me canso de gritar,
de gritar a las paredes sordas
y a las estatuas
llenas de oídos
que ni
amo deprisa ni odio despacio.
He golpeado mi cabeza
contra el cristal
y contra el mármol
y la madera.
He vencido la tormenta
de no estar enredado a tu garganta.
He volado. He volado.
Y he aterrizado en tu regazo
sin miedo a nada.
He perdido la cobertura al
intentar ponerme en tu lugar.
Me he quedado en blanco al darme cuenta
que mi piel sin tu piel
solo es piel.
Me he abierto las venas
para dejar marchar las góndolas,
he bebido tanto que he dejado seca
a Venecia y me he puesto las máscaras
y te he mirado a los ojos
y he perdido el sentido
como una veleta loca de atar
como una brújula sin hogar,
como una ruleta.

He enseñado los colmillos,
he saltado al vacío,
he rodado por el suelo,
sigo inquieto.

He caminado sobre las llamas
del hogar sin ti.
Me he marchado al sur con las bandadas
de pájaros sabios
que no dejan de buscar lo que
no hay aquí.
Me he tatuado el nombre,
el nombre,
el nombre de algo que aún no es.
He cogido con las manos
mi alma llena de espinas y
he vivido con los nidos de serpientes
y las madrigueras de las pirañas,
y las manadas de palmeras.
He gritado con los hombros,
he sentido con las manos.
He vuelto a traer el tornado
y a bailar la danza
de la confusión.
He caminado a tu lado,
y he tiritado de frío sin ti.
He nadado en el lodo,
he buscado en el pajar,
he perdido a las cartas
los corazones
y las picas, tantas veces,
que ahora pica el corazón de tanto perder.
He fumado el tiempo y ya está
casi consumido.
Me he cosido a tus labios,
me he derrumbado un día de lluvia,
te he visto de lejos
como tu guiño no trae consigo
una seña.
He soñado con mañana,
hablé de ayer.
He cruzado el mundo escribiendo
en este papel.
He vagado por Europa
como una ráfaga de viento
y he
admirado las estrellas y los planetas
con el mar en calma.
He querido ver tu amanecer,
he querido taparme con tus sabanas.
He buscado en tu interior y solo
he salido
con el sabor amargo de la derrota
mucho antes de
haber luchado.
He confundido, tal vez,
los mensajes.
He sentido la conexión
que te unía a otros sueños,
lejanos y distantes.
He sentido el fuego que aquí
no crepita, en golpes de miradas
que anuncian el incendio
que aún no se ha apagado.
He reunido los rompecabezas
y
he devorado los enigmas.
he devorado el enigma
de
pensar en ti

como piensan
las cerillas
en
la
gasolina.

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