26.9.12

Habitación del pánico



Estaban todos:
los ancianos viendo sus vidas
una y otra vez
en sus ojos de cristal
y en sus manos marchitas.
Las señoras que dan
los buenos días
cuando nunca son buenos
y friegan el pasillo de las casas
mientras tararean.
Los perros sin dueño que observan
con tristeza
correteando por las calles
en busca de atención.
La vecina a la que no
te atreves a pedir sal.
El hombre impasible
diciendo adiós.

Estaban todos:
la amante desdichada que
no supo encontrar
el amor.
Los gatos del callejón
que no quieren
contar lo que saben.
El jardinero sin rostro
que poda y riega
los setos.
El que toca al acordeón
la misma melodía
que crea el nudo
en la garganta.
Las chicas que creían
que las querían de verdad y cuyas lágrimas
descansan en el suelo al lado
del corazón y la falda.

Estaban todos:
el payaso del quinto cumpleaños
sin parar de hinchar globos
de colores chillones.
El amigo que un día
quedo atrás.
El conocido al que siempre
se queda en ver.
Todos los rostros
difuminados y anónimos,
compañeros de autobús.
Está tu yo antiguo
jugando sobre la alfombra
sin saber todavía.

Estaban todos:
el enemigo al que se sonríe.
El coche al que le cuesta arrancar.
el reflejo del espejo
lleno de heridas.
El minuto en ascensor
en silencio total
y sin encontrar el lugar
en el que posar los ojos.
El techo, las baldosas, la guerra,
el monstruo, la locura,
el delirio.

Estaban todos
y
nadie
parecía
muy
divertido.

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