19.9.12

La voz es de otros, las manos las mismas



No sé cómo decir
ni cuáles son
las palabras correctas.
Te extraño como extraño
la tormenta
y el frío punzante en el paladar,
como extraño la calma,
y la mecha del explosivo.

Saben agrías las mañanas y
la cabeza se llena de cremalleras
que abro y salen los colores,
Y el zumbido y las serpentinas
y las risas.
Tu nombre son los clavos
que atraviesan mis manos
y la lengua.
Y no ando más perdido
que cuando atravieso el camino
nebuloso
que nos añade distancia.

Se encaraman al balcón
los que se han cansado de apagar
la mirada,
y dicen en voz alta: Realidad
ojala saltes tú también por la ventana.
Se derriten los corazones
que tienen forma de luna menguante,
y la llamarada pierde su calor.
se pinta de inmensidad los ojos
que hierven cuando le da por llorar,
la madrugada viene embotellada
y sabe a su perfume.
La cicatriz que dejan sus labios
aparece y desaparece sin parar.
Los años luz, los parpadeos,
y el camino a casa con la
cabeza convertida en una pecera
donde los peces se mueren de sed.

Las farolas son la única luz
y se apaga mi rugido
con la densa humareda
que traen mis fallos.
Dejo libres a los pájaros
que habitan en mí
y que han perdido el norte,
un poco más vacío
pero no más ligero.

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