No sé cómo
decir
ni cuáles son
las palabras
correctas.
Te extraño
como extraño
la tormenta
y el frío
punzante en el paladar,
como extraño
la calma,
y la mecha del
explosivo.
Saben agrías
las mañanas y
la cabeza se
llena de cremalleras
que abro y
salen los colores,
Y el zumbido y
las serpentinas
y las risas.
Tu nombre son
los clavos
que atraviesan
mis manos
y la lengua.
Y no ando más
perdido
que cuando
atravieso el camino
nebuloso
que nos añade
distancia.
Se encaraman
al balcón
los que se han
cansado de apagar
la mirada,
y dicen en voz
alta: Realidad
ojala saltes
tú también por la ventana.
Se derriten
los corazones
que tienen
forma de luna menguante,
y la llamarada
pierde su calor.
se pinta de
inmensidad los ojos
que hierven
cuando le da por llorar,
la madrugada
viene embotellada
y sabe a su
perfume.
La cicatriz
que dejan sus labios
aparece y
desaparece sin parar.
Los años luz,
los parpadeos,
y el camino a
casa con la
cabeza convertida
en una pecera
donde los
peces se mueren de sed.
Las farolas
son la única luz
y se apaga mi
rugido
con la densa
humareda
que traen mis
fallos.
Dejo libres a
los pájaros
que habitan en
mí
y que han
perdido el norte,
un poco más
vacío
pero no más
ligero.
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